La vergüenza es una fuerza tremenda en la creación. La gente es capaz de hacer cualquier cosa para evitar sentirse avergonzada. Casi todo lo que hacemos en la vida, después de los cinco o seis años, se debe a la vergüenza. De hecho, todo en el mundo, toda nuestra civilización, está formada por gente diminuta y cada uno se preocupa por no sentir vergüenza en ningún nivel.
Toda nuestra vida es muy mezquina, porque la preocupación más constante es evitar llegar al estado de vergüenza, cuando vemos el comportamiento de los demás. Esta inclinación conduce a diversos fenómenos, algunos tapan la vergüenza con insolencia -"Jutzpah" en hebreo-, otros la tapan involucrándose en negocios, otros quieren destacar entre la multitud y otros ahondan en filosofías, religión y otras enseñanzas.
Todo surge para cubrir la vergüenza. Así construimos nuestra familia, sociedad y país. Hoy, es muy claro cómo actúan todos para cubrir la vergüenza. En muchos casos, incluso damos más importancia a cubrir la vergüenza, que a la muerte. Eventualmente, tendremos que agradecer al sentimiento de vergüenza por su gran ayuda para alcanzar un estado en el que nos acerquemos al Creador, lo encontremos y nos adhiramos a Él.