Eclesiastés (Kohélet)
Capítulo 1
(1) Palabras de Kohélet, hijo de David, rey en Jerusalén:
(2) Vanidad de vanidades —dijo Kohélet—, vanidad de vanidades, todo es vanidad.
(3) ¿Qué provecho saca el hombre de todo su trabajo bajo el sol?
(4) Generación va y generación viene, pero la tierra permanece para siempre.
(5) Sale el sol y se pone el sol, y vuelve apresurado al lugar de donde salió.
(6) Sopla hacia el sur, gira hacia el norte, dando vueltas una y otra vez, y el viento vuelve a sus ciclos.
(7) Todos los ríos van al mar, pero el mar nunca se llena; vuelven al lugar de donde nacen, para volver a correr.
(8) Todas las cosas fatigan, más de lo que uno puede decir; nunca se sacia el ojo de ver ni se llena el oído de oír.
(9) Lo que fue, eso será; y lo que se hizo, eso se hará, y no hay nada nuevo bajo el sol.
(10) Hay algo de lo que dicen: “¡Mira, esto es nuevo!”, pero en realidad ha existido desde siempre, desde tiempos anteriores a nosotros.
(11) No hay memoria de lo que sucedió antes, ni de lo que ocurrirá después habrá memoria entre los que vendrán.
(12) Yo, Kohélet, fui rey sobre Israel en Jerusalén.
(13) Me dediqué de todo corazón a investigar y buscar la sabiduría acerca de todo lo que se hace bajo el cielo. Es una tarea penosa que Dios ha impuesto a los hijos del hombre para afligirse con ella.
(14) He visto todas las obras que se hicieron bajo el sol, y todo es vanidad y correr tras el viento.
(15) Lo torcido no se puede enderezar, y lo que falta no se puede contar.
(16) Me dije a mí corazón: “He adquirido más sabiduría que todos los que reinaron antes de mí en Jerusalén, y mi corazón ha visto gran sabiduría y conocimiento”.
(17) Dediqué mi corazón a conocer la sabiduría y también las perversiones y la necedad, pero comprendí que esto también es correr tras el viento.
(18) Porque en la mucha sabiduría hay mucho enojo, y quién aumenta el conocimiento aumenta el dolor.
Capítulo 2
(1)
Me
dije
a
mí
corazón:
“Vamos,
voy
a
probarte
con
alegría;
disfruta
del
placer.”
Pero
también
esto
resultó
en
vanidad.
(2)
A
la
risa
la
consideré
una
perversión,
y
a
la
alegría,
¿qué
provecho
da?
(3)
Propenso
mi
corazón
a
probar
el
vino
en
mi
carne,
mientras
mi
corazón
buscaba
cómo
conducirme
sabiamente,
y
aferrarme
a
la
necedad
hasta
ver
qué
era
lo
mejor
que
los
hijos
del
hombre
pueden
hacer
bajo
el
cielo
durante
los
días
de
su
vida.
(4)
Emprendí
grandes
obras:
me
construí
casas
y
planté
viñedos
para
mí.
(5)
Me
hice
jardines
y
huertos,
y
planté
en
ellos
toda
clase
de
árboles
frutales.
(6)
Construí
estanques
de
agua
para
regar
los
bosques
de
árboles
recién
plantados.
(7)
Compré
siervos
y
siervas,
y
tuve
criados
nacidos
en
casa.
Poseí
grandes
rebaños
de
ganado,
más
que
todos
los
que
vivieron
antes
de
mí
en
Jerusalén.
(8)
Acumulé
también
plata,
oro
y
tesoros
de
reyes
y
países.
Me
rodeé
de
cantores
y
cantoras
y
de
los
deleites
de
los
hombres,
muchas
mujeres.
(9)
Me
engrandecí
y
superé
a
todos
los
que
vivieron
antes
de
mí
en
Jerusalén,
sin
que
mi
sabiduría
abandonara.
(10)
Nada
de
lo
que
mis
ojos
desearon
les
negué,
no
me
privé
de
alegría
alguna,
pues
mi
corazón
fue
feliz
de
todo
mi
esfuerzo,
y
esta
fue
la
recompensa
por
todas
mis
esfuerzos.
(11)
Pero
al
considerar
todas
las
obras
que
mis
manos
habían
hecho
y
el
esfuerzo
que
realicé,
vi
que
todo
era
vanidad
y
correr
tras
el
viento;
no
había
provecho
alguno
bajo
el
sol.
(12)
Entonces
me
volví
para
reflexionar
sobre
la
sabiduría,
la
perversión
y
la
necedad.
¿Qué
puede
hacer
el
sucesor
de
un
rey?
Solo
lo
que
ya
se
ha
hecho.
(13)
Y
vi
que
la
sabiduría
tiene
ventaja
sobre
la
necedad,
como
la
ventaja
de
la
luz
sobre
la
oscuridad.
(14)
El
sabio
tiene
sus
ojos
en
su
cabeza,
pero
el
necio
anda
en
tinieblas.
Sin
embargo,
me
di
cuenta
de
que
a
todos
les
ocurre
lo
mismo.
(15)
Me
dije
a
mi
corazón:
“Si
al
necio
le
ocurrirá
lo
mismo
que
a
mí,
¿de
qué
me
sirvió
ser
tan
sabio?”
Y
dije
en
mi
corazón
que
también
esto
es
vanidad.
(16)
Porque
no
habrá
memoria
duradera
del
sabio
ni
del
necio;
en
días
futuros,
ambos
serán
olvidados.
¡El
sabio
muere
igual
que
el
necio!
(17)
Por
tanto,
aborrecí
la
vida,
pues
me
pareció
penoso
todo
lo
que
se
hace
bajo
el
sol;
todo
es
vanidad
y
correr
tras
el
viento.
(18)
Aborrecí
también
todo
el
esfuerzo
con
el
que
me
había
afanado
bajo
el
sol,
porque
tendría
que
dejarlo
al
hombre
que
venga
después
de
mí.
(19)
Y
¿quién
sabe
si
será
sabio
o
necio?
Sin
embargo,
él
tendrá
dominio
de
todo
lo
que
hice
con
esfuerzo
y
sabiduría.
¡También
esto
es
vanidad!
(20)
Entonces
me
desesperé
en
mi
corazón
al
ver
que
todo
mi
esfuerzo
bajo
el
sol
quedaría
en
manos
de
otro.
(21)
Porque
hay
quien
trabaja
con
sabiduría,
conocimiento
y
destreza,
pero
deja
su
herencia
a
otro
que
no
trabajó
para
obtenerla.
¡También
esto
es
vanidad
y
un
gran
mal!
(22)
¿Qué
obtiene
el
hombre
de
todo
su
esfuerzo
y
ansiedad
con
que
se
afana
bajo
el
sol?
(23)
Todos
sus
días
son
dolor
y
enojo;
ni
siquiera
de
noche
descansa
su
mente.
¡También
esto
es
vanidad!
(24)
No
hay
mejor
cosa
para
el
hombre
que
comer,
beber
y
disfrutar
de
su
trabajo.
Y
he
visto
que
esto
también
proviene
de
la
mano
de
Dios.
(25)
Porque
¿quién
puede
comer
o
disfrutar
aparte
de
Él?
(26)
A
quien
agrada
a
Dios,
Él
le
da
sabiduría,
conocimiento
y
alegría,
pero
al
pecador
le
asigna
la
tarea
de
acumular
y
amontonar
para
dárselo
al
que
agrada
a
Dios.
¡También
esto
es
vanidad
y
correr
tras
el
viento!
Capítulo 3
(1)
Todo
tiene
su
tiempo,
y
todo
lo
que
se
quiere
debajo
del
cielo
tiene
su
hora:
(2)
Tiempo
de
nacer
y
tiempo
de
morir;
Tiempo
de
plantar
y
tiempo
de
arrancar
lo
plantado;
(3)
Tiempo
de
matar
y
tiempo
de
curar;
Tiempo
de
destruir
y
tiempo
de
construir;
(4)
Tiempo
de
llorar
y
tiempo
de
reír;
Tiempo
de
luto
y
tiempo
de
bailar;
(5)
Tiempo
de
esparcir
piedras
y
tiempo
de
recoger
piedras;
Tiempo
de
abrazar
y
tiempo
de
abstenerse
de
abrazar;
(6)
Tiempo
de
buscar
y
tiempo
de
perder;
Tiempo
de
guardar
y
tiempo
de
desechar;
(7)
Tiempo
de
rasgar
y
tiempo
de
coser;
Tiempo
de
callar
y
tiempo
de
hablar;
(8)
Tiempo
de
amar
y
tiempo
de
odiar;
Tiempo
de
guerra
y
tiempo
de
paz.
(9)
¿Qué
gana
el
que
trabaja
con
tanto
esfuerzo?
(10)
He
visto
la
carga
que
Dios
ha
puesto
sobre
los
hijos
del
hombre.
(11)
Todo
lo
hizo
hermoso
en
su
tiempo,
y
ha
puesto
eternidad
en
el
corazón
de
ellos,
aunque
el
hombre
no
puede
comprender
la
obra
que
Dios
ha
hecho
desde
el
principio
hasta
el
fin.
(12)
Sé
que
no
hay
nada
mejor
para
ellos
que
alegrarse
y
hacer
el
bien
en
la
vida.
(13)
Y
también
que
todo
hombre
coma
y
beba
y
disfrute
del
fruto
de
todo
su
trabajo;
esto
es
un
don
de
Dios.
(14)
Sé
que
todo
lo
que
Dios
hace
será
perpetuo;
no
se
le
puede
añadir
ni
quitar,
y
Dios
hizo
que
Le
teman.
(15)
Lo
que
ya
fue,
ya
es;
y
lo
que
ha
de
ser,
ya
fue,
Y
Dios
pedirá
al
perseguido.
(16)
He
visto
además
que
debajo
del
sol
hay
maldad
en
el
lugar
del
juicio,
y
emalvado
en
el
lugar
de
justicia.
(17)
Me
dije:
“Dios
juzgará
al
justo
y
al
malvado,
porque
hay
un
tiempo
para
cada
cosa
y
para
cada
obra.”
(18)
Me
dije
a
mi
corazón
también
respecto
de
los
hijos
del
hombre
que
Dios
los
prueba
para
que
vean
que
son
como
los
animales.
(19)
Porque
lo
que
les
sucede
a
los
hombres
también
les
sucede
a
los
animales;
el
mismo
destino
les
espera:
como
muere
uno,
así
muere
el
otro,
y
ambos
tienen
el
mismo
espíritu.
El
hombre
no
tiene
ventaja
sobre
el
animal,
pues
todo
es
vanidad.
(20)
Todo
va
a
un
mismo
lugar;
todo
fue
hecho
del
polvo
y
al
polvo
volverá.
(21)
¿Quién
sabe
si
el
espíritu
de
los
hijos
del
hombre
sube
arriba
y
el
aliento
del
animal
desciende
abajo,
a
la
tierra?
(22)
Así
que
he
visto
que
no
hay
nada
mejor
para
el
hombre
que
alegrarse
en
su
trabajo,
porque
esa
es
su
porción.
¿Quién
lo
llevará
a
ver
lo
que
sucederá
después
de
él?
Capítulo 4
(1)
Luego
observé
todas
las
opresiones
que
se
cometen
bajo
el
sol:
vi
las
lágrimas
de
los
oprimidos,
y
no
había
quien
los
consolara.
El
poder
estaba
en
manos
de
sus
opresores,
pero
ellos
no
tenían
quien
los
consolara.
(2)
Y
alabé
a
los
que
ya
han
muerto
más
que
a
los
que
aún
viven.
(3)
Pero
más
dichoso
que
ambos
es
el
que
aún
no
ha
nacido,
el
que
no
ha
visto
las
maldades
que
se
hacen
bajo
el
sol.
(4)
Vi
que
todo
esfuerzo
y
toda
destreza
en
las
obras
provienen
de
la
envidia
entre
los
hombres.
¡También
esto
es
vanidad
y
correr
tras
el
viento!
(5)
El
necio
se
cruza
de
brazos
y
devora
su
propia
carne.
(6)
Más
vale
un
puñado
de
descanso
que
dos
puñados
llenos
de
trabajo
y
correr
tras
el
viento.
(7)
Volví
a
observar
otra
vanidad
bajo
el
sol:
(8)
Hay
quien
está
solo,
sin
sucesor
ni
hermano,
pero
no
cesa
de
trabajar
y
su
ojo
nunca
se
sacia
de
riquezas.
Se
pregunta:
“¿Para
quién
trabajo
y
me
privo
de
placeres?”
¡También
esto
es
vanidad
y
una
tarea
penosa!
(9)
Más
valen
dos
que
uno,
porque
obtienen
mejor
recompensa
por
su
trabajo.
(10)
Si
caen,
uno
levanta
al
otro;
pero
¡ay
del
que
cae
y
no
tiene
quien
lo
levante!
(11)
También,
si
dos
duermen
juntos,
se
calientan;
pero,
¿cómo
calentarse
uno
solo?
(12)
Y
si
atacan
a
uno,
dos
podrán
resistir.
Un
cordón
de
tres
hilos
no
se
rompe
fácilmente.
(13)
Más
vale
un
pobre
niño
pero
sabio
que
un
rey
viejo
y
necio,
que
ya
no
sabe
ser
prudente.
(14)
Pues
uno
puede
salir
de
la
cárcel
para
reinar,
aunque
haya
nacido
pobre
en
su
reino.
(15)
Vi
a
todos
los
que
viven
bajo
el
sol
seguir
al
muchacho
que
iba
a
ocupar
el
lugar
del
rey.
(16)
No
había
fin
para
todo
el
pueblo,
pero
los
que
vinieran
después
tampoco
estarían
contentos
con
él.
¡También
esto
es
vanidad
y
correr
tras
el
viento!
(17) Cuida tus pasos cuando vayas a la casa de Dios. Acércate para escuchar, más que para ofrecer el sacrificio de los necios, porque ellos no saben que hacen mal.
Capítulo 5
(1)
No
te
apresures
con
tus
palabras
ni
tu
corazón
se
precipite
a
expresar
algo
delante
de
Dios,
porque
Dios
está
en
el
cielo
y
tú
en
la
tierra.
Por
lo
tanto,
que
tus
palabras
sean
pocas.
(2)
Porque,
como
los
sueños
vienen
con
muchos
asuntos,
la
voz
del
necio
abunda
en
palabras.
(3)
Cuando
hagas
un
voto
a
Dios,
no
tardes
en
cumplirlo,
porque
Él
no
se
complace
en
los
necios.
Cumple
lo
que
prometas.
(4)
Es
mejor
no
hacer
un
voto
que
hacer
uno
y
no
cumplirlo.
(5)
No
dejes
que
tu
boca
haga
pecar
a
tu
carne,
y
no
digas
ante
el
ángel:
"Fue
un
error".
¿Por
qué
debería
Dios
enojarse
por
tu
voz
y
destruir
lo
que
has
hecho?
(6)
En
medio
de
tantos
sueños,
palabras
vanas
y
muchas
cosas,
teme
a
Dios.
(7)
Si
ves
opresión
en
el
país
contra
los
pobres,
injusticia
y
falta
de
derecho
en
la
provincia,
no
te
sorprendas,
porque
sobre
el
alto
vigila
otro
más
alto,
y
aún
sobre
ellos
hay
otros
más
altos.
(8)
La
ventaja
de
la
tierra
está
en
todo,
y
hasta
el
rey
se
sirve
del
campo
cultivado.
(9)
El
que
ama
el
dinero
nunca
se
sacia
de
dinero,
y
el
que
ama
la
riqueza
no
tendrá
frutos;
también
esto
es
vanidad.
(10)
Cuando
aumentan
los
bienes,
también
aumentan
los
que
los
consumen.
¿Qué
beneficio
tiene
su
dueño,
aparte
de
verlo
con
sus
ojos?
(11)
Dulce
es
el
sueño
del
trabajador,
coma
mucho
o
poco;
pero
al
rico,
su
abundancia
no
lo
deja
dormir.
(12)
Hay
un
mal
enfermizo
que
vi
bajo
el
sol:
riquezas
guardadas
para
perjuicio
de
su
dueño,
(13)
y
esas
riquezas
se
pierden
en
un
mal
asunto;
entonces,
cuando
tiene
un
hijo,
no
tiene
nada
que
darle.
(14)
Así
como
vino
desnudo
del
vientre
de
su
madre,
así
se
irá,
tal
como
vino,
sin
llevarse
en
sus
manos
nada
de
su
trabajo.
(15)
También
esto
es
un
mal
enfermizo:
como
vino,
así
se
va.
¿Qué
provecho
saca
de
trabajar
por
el
viento?
(16)
Todos
sus
días
los
consume
en
la
oscuridad,
con
mucha
frustración,
enfermedad
y
enojo.
(17)
Esto
es
lo
que
he
visto
que
es
bueno
y
apropiado:
comer,
beber
y
disfrutar
del
trabajo
con
el
que
se
afana
bajo
el
sol
durante
los
días
de
vida
que
Dios
le
ha
dado,
porque
esa
es
su
porción.
(18)
Además,
a
todo
hombre
a
quien
Dios
ha
dado
riquezas
y
bienes,
y
le
permite
disfrutar
de
ellos,
tomar
su
parte
y
alegrarse
de
su
trabajo,
esto
es
un
obsequio
de
Dios.
(19)
Porque
él
no
recordará
mucho
sobre
los
días
de
su
vida,
ya
que
Dios
mantiene
su
corazón
ocupado
con
alegría.
Capítulo 6
(1)
Hay
un
mal
que
he
visto
bajo
el
sol,
y
es
frecuente
entre
los
hombres:
(2)
A
un
hombre,
Dios
le
da
riquezas,
posesiones
y
honor,
de
modo
que
no
le
falta
nada
de
lo
que
desea;
pero
Dios
no
le
permite
disfrutar
de
ello,
sino
que
un
extraño
lo
disfruta.
Esto
es
vanidad
y
un
mal
enfermizo.
(3)
Si
un
hombre
engendra
cien
hijos
y
vive
muchos
años,
por
numerosos
que
sean
sus
días,
si
no
se
sacia
de
las
cosas
buenas
ni
siquiera
recibe
sepultura,
digo
que
mejor
es
el
nacido
muerto
que
él.
(4)
Porque
este
viene
en
la
vanidad
y
se
va
en
la
oscuridad,
y
su
nombre
queda
cubierto
por
las
tinieblas.
(5)
No
vio
el
sol
ni
conoció
nada;
aun
así,
tiene
más
descanso
que
el
otro.
(6)
Y
aunque
viviera
mil
años
dos
veces
sin
disfrutar
del
bien,
¿no
van
todos
al
mismo
lugar?
(7)
Todo
el
trabajo
del
hombre
es
para
su
boca,
pero
su
alma
nunca
se
llena.
(8)
Pues,
¿qué
ventaja
tiene
el
sabio
sobre
el
necio?
Ya
que
el
pobre
sabe
cómo
caminar
entre
los
vivos.
(9)
Mejor
es
lo
que
ven
los
ojos
que
lo
que
desea
el
alma.
También
esto
es
vanidad
y
correr
tras
el
viento.
(10)
Sucedió
que
su
nombre
se
volvió
conocido;
pero
se
sabe
que
el
hombre
que
no
puede
en
la
contienda
contra
uno
más
poderoso
que
él.
(11)
Cuantas
más
palabras,
más
vanidad.
¿Qué
beneficio
hay
para
el
hombre?
(12) Pues, ¿quién sabe lo que es bueno para el hombre durante los días de su vida vana, los cuales pasan como una sombra? ¿Y quién puede decirle al hombre lo que sucederá después de él bajo el sol?
Capítulo 7
(1)
Mejor
es
un
buen
nombre
que
el
buen
aceite,
y
el
día
de
su
muerte
que
el
día
de
su
nacimiento.
(2)
Mejor
es
ir
a
una
casa
de
luto
que
a
una
casa
de
banquete,
porque
esa
es
la
conclusión
de
todos
los
hombres,
y
el
que
vive
lo
tomará
a
su
corazón.
(3)
Mejor
es
el
enojo
que
la
risa,
porque
con
la
mala
cara
el
corazón
puede
mejorar.
(4)
El
corazón
de
los
sabios
está
en
la
casa
de
luto,
pero
el
corazón
de
los
necios
está
en
la
casa
de
alegría.
(5)
Mejor
es
escuchar
la
reprensión
del
sabio
que
oír
la
canción
de
los
necios.
(6)
Pues
como
el
crujir
de
espinas
bajo
la
olla,
así
es
la
risa
del
necio;
también
esto
es
vanidad.
(7)
La
opresión
pervierte
al
sabio,
y
perderá
el
obsequio
del
corazón.
(8)
Mejor
es
el
final
de
un
asunto
que
su
comienzo,
y
mejor
es
la
paciencia
que
la
arrogancia.
(9)
No
te
apresures
en
tu
espíritu
a
enojarte,
porque
el
enojo
reposa
en
el
pecho
de
los
necios.
(10)
No
digas:
"¿Por
qué
los
tiempos
pasados
fueron
mejores
que
estos?",
porque
no
es
sabio
preguntar
esto.
(11)
La
sabiduría
es
buena
con
herencia
y
provechosa
para
los
que
ven
el
sol.
(12)
Porque
la
sabiduría
es
una
sombra
protectora
al
igual
que
el
dinero,
pero
la
ventaja
de
la
sabiduría
es
que
da
vida
a
quien
la
posee.
(13)
Considera
la
obra
de
Dios:
¿quién
puede
enderezar
lo
que
se
torció?
(14)
En
el
día
bueno,
disfruta
del
bien;
y
en
el
día
malo,
reflexiona:
Dios
ha
hecho
tanto
lo
uno
como
lo
otro,
porque
el
hombre
no
encontrará
nada
después
de
Él.
(15)
Todo
lo
he
visto
en
los
días
de
mi
vanidad:
hay
justos
que
perecen
por
su
justicia,
y
hay
impíos
que
prolongan
su
vida
en
su
maldad.
(16)
No
seas
demasiado
justo
ni
te
hagas
demasiado
sabio,
¿por
qué
habrías
de
estar
desolado?
(17)
No
seas
demasiado
impío
ni
seas
necio,
¿por
qué
habrías
de
morir
antes
de
tu
tiempo?
(18)
Es
bueno
aferrarse
a
una
cosa
y
no
soltar
la
otra,
porque
quien
teme
a
Dios
se
librará
de
ambas.
(19)
La
sabiduría
fortalece
al
sabio
más
que
diez
gobernantes
en
una
ciudad.
(20)
No
hay
hombre
justo
en
la
tierra
que
haga
el
bien
y
no
peque.
(21)
No
pongas
demasiada
atención
a
todas
las
palabras
que
se
dicen,
para
que
tu
corazón
no
escuche
a
tu
siervo
maldecirte.
(22)
Pues
muchas
veces
tu
propio
corazón
sabe
que
tú
también
has
maldecido
a
otros.
(23)
Todo
esto
lo
probé
con
sabiduría.
Dije:
"Me
haré
sabio",
pero
estaba
lejos
de
mí.
(24)
Lo
que
había
era
muy
lejano
y
muy
profundo,
¿quién
la
encontrará?
(25)
Me
dediqué,
con
todo
mi
corazón,
a
comprender,
explorar
y
buscar
sabiduría
y
los
cálculos,
y
a
conocer
la
maldad
de
la
necedad
y
la
perversión.
(26)
Y
encontré
que
más
amarga
que
la
muerte
es
la
mujer
cuyo
corazón
es
una
trampa
y
cuyas
manos
son
cadenas;
el
que
agrada
a
Dios
escapará
de
ella,
pero
el
pecador
será
atrapado
por
ella.
(27)
"Mira,
he
aquí
lo
que
he
encontrado",
dice
Kohélet:
"Sumando
una
cosa
tras
otra
para
calcular
la
cuenta".
(28)
Lo
que
mi
alma
busca
y
no
he
encontrado:
entre
mil
hombres
encontré
uno,
pero
entre
todas
las
mujeres
no
hallé
ninguna.
(29)
Solo
he
encontrado
esto:
Dios
hizo
al
hombre
recto,
pero
ellos
buscaron
muchos
cálculos.
Capítulo 8
(1)
¿Quién
es
como
el
sabio?
¿Y
quién
sabe
interpretar
un
asunto?
La
sabiduría
del
hombre
ilumina
su
rostro,
y
la
dureza
de
su
rostro
se
transforma.
(2)
Yo
guardo
el
mandamiento
del
rey,
y
el
juramento
de
Dios.
(3)
No
te
apresures
temeroso
a
irte
de
su
presencia;
no
permanezcas
en
un
asunto
malo,
porque
todo
lo
que
Él
quiere,
lo
hace.
(4)
Donde
está
la
palabra
del
rey,
allí
hay
poder;
y
¿quién
le
dirá:
"¿Qué
haces?"
(5)
El
que
guarda
el
mandamiento
no
conoce
cosa
mala;
y
el
corazón
del
sabio
sabe
el
tiempo
y
el
juicio.
(6)
Porque
para
todo
asunto
hay
un
tiempo
y
un
juicio,
porque
la
maldad
del
hombre
es
grande
sobre
él.
(7)
Porque
no
sabe
lo
que
será;
porque,
¿quién
le
dirá
lo
que
será?
(8)
No
hay
hombre
que
tenga
dominio
sobre
el
espíritu
para
retener
el
espíritu,
ni
dominio
en
el
día
de
la
muerte,
y
no
hay
liberación
en
la
guerra,
y
la
maldad
no
librará
a
sus
poseedores.
(9)
Todo
esto
he
visto
y
he
puesto
mi
corazón
en
toda
obra
que
se
hace
debajo
del
sol,
en
el
tiempo
en
que
el
hombre
domina
sobre
el
hombre
para
hacerle
mal.
(10)
Y
así
he
visto
a
los
malvados
enterrados
y
han
venido,
y
caminaron
en
un
lugar
santo;
y
han
sido
alabados
en
la
ciudad
por
lo
que
hicieron;
también
esto
es
vanidad.
(11)
Porque
no
se
ejecuta
pronto
sobre
la
obra
de
los
malvados,
por
eso
el
corazón
de
los
hombres
está
lleno
de
ellos
para
hacer
el
mal.
(12)
Aunque
el
pecador
haga
mal
cien
veces
y
le
sea
prolongada
la
vida,
yo
también
sé
que
a
los
que
temen
a
Dios,
que
temen
delante
de
Él,
les
será
bien.
(13)
Pero
al
malvado
no
le
irá
bien,
ni
prolongará
sus
días
sino
como
sombra,
porque
no
teme
delante
de
Dios.
(14)
Hay
vanidad
que
se
hace
sobre
la
tierra,
que
hay
justos
a
quienes
les
sucede
como
a
los
malvados,
y
hay
malvados
a
quienes
les
sucede
como
a
los
justos;
yo
digo
que
también
esto
es
vanidad.
(15)
Y
alabé
la
alegría,
porque
no
hay
bien
para
el
hombre
bajo
el
sol,
sino
el
comer,
el
beber
y
el
alegrarse;
y
esto
le
acompañará
en
su
trabajo
durante
los
días
de
su
vida
que
Dios
le
da
bajo
el
sol.
(16)
Cuando
entregué
mi
corazón
a
conocer
la
sabiduría
y
a
ver
la
ocupación
que
se
hace
sobre
la
tierra,
porque
ni
de
día
ni
de
noche
el
que
ve
no
duerme.
(17)
Y
vi
toda
la
obra
de
Dios,
que
el
hombre
no
puede
encontrar
la
obra
que
se
hace
bajo
el
sol;
pues
aunque
el
hombre
trabaje
arduamente
para
buscar,
no
lo
encontrará;
y
aunque
el
sabio
diga
que
lo
conoce,
no
podrá
encontrarlo.
Capítulo 9
(1)
Porque
todo
esto
he
puesto
en
mi
corazón
para
comprender
que
los
justos
y
los
sabios
y
sus
obras
están
en
la
mano
de
Dios.
No
hay
amor
ni
odio
que
el
hombre
conozca,
todo
está
delante
de
ellos.
(2)
Todo
ocurre
igual
para
todos:
un
mismo
destino
tiene
el
justo
y
el
malvado,
el
bueno
y
el
puro,
el
impuro,
el
que
sacrifica
y
el
que
no
sacrifica;
como
el
bueno
así
es
el
pecador,
el
que
jura
y
el
que
teme
al
juramento.
(3)
Esto
es
un
mal
en
todo
lo
que
se
hace
debajo
del
sol,
que
un
mismo
destino
tiene
para
todos;
y
también
el
corazón
de
los
hombres
está
lleno
de
mal
y
hay
perversión
en
sus
corazones
durante
su
vida,
y
al
final
van
a
los
muertos.
(4)
Porque
quien
esté
conectado
entre
todos
los
vivos
tiene
esperanza;
porque
más
vale
perro
vivo
que
león
muerto.
(5)
Porque
los
vivos
saben
que
han
de
morir,
pero
los
muertos
no
saben
nada
y
no
tienen
más
recompensa,
porque
su
memoria
es
olvidada.
(6)
También
su
amor,
su
odio
y
su
envidia
ya
han
perecido;
y
no
tienen
parte
en
nada
de
lo
que
se
hace
bajo
el
sol.
(7)
Ve,
come
tu
pan
con
gozo
y
bebe
tu
vino
con
un
corazón
alegre,
porque
Dios
ya
ha
aceptado
tus
obras.
(8)
En
todo
tiempo
sean
tus
vestidos
blancos
y
nunca
falte
el
aceite
sobre
tu
cabeza.
(9)
Ve
la
vida
con
la
mujer
que
amas,
todos
los
días
de
la
vida
de
tu
vanidad
que
te
han
sido
dados
debajo
del
sol,
todos
los
días
de
tu
vanidad;
porque
esta
es
tu
porción
en
la
vida
y
en
tu
trabajo
con
que
te
afanas
debajo
del
sol.
(10)
Todo
lo
que
encuentre
tu
mano
para
hacer,
hazlo;
porque
en
el
inframundo,
adonde
tú
vas,
no
hay
trabajo,
ni
cálculo,
ni
conocimiento,
ni
sabiduría.
(11)
Volví
y
vi
debajo
del
sol
que
no
es
de
los
ligeros
la
carrera,
ni
de
los
valientes
la
guerra,
ni
de
los
sabios
el
pan,
ni
de
los
entendidos
las
riquezas,
ni
de
los
hábiles
el
caer
en
gracia;
porque
el
tiempo
y
la
ocasión
les
sucede
a
todos.
(12)
Porque
el
hombre
no
sabe
su
tiempo;
como
los
peces
que
muerden
el
anzuelo
maligno
y
como
las
aves
que
son
atrapadas
en
la
trampa,
así
son
atrapados
los
hijos
del
hombre
en
el
mal
tiempo,
cuando
cae
de
repente
sobre
ellos.
(13)
También
he
visto
esto
como
sabiduría
debajo
del
sol,
y
me
pareció
grande.
(14)
Había
en
una
ciudad
pequeña
y
pocos
hombres
en
ella;
y
vino
a
ella
un
rey
grande
y
la
sitió
y
construyó
contra
ella
grandes
fortalezas.
(15)
Y
halló
en
ella
un
hombre
pobre
y
sabio,
y
por
su
sabiduría
libró
la
ciudad;
y
a
ese
hombre
pobre
no
lo
recordó
nadie.
(16)
Y
dije:
mejor
es
la
sabiduría
que
el
heroísmo;
y
la
sabiduría
del
pobre
es
menospreciada
y
sus
palabras
no
son
escuchadas.
(17)
Las
palabras
de
los
sabios,
son
escuchadas
en
quietud,
son
mejores
que
el
clamor
del
que
manda
a
los
necios.
(18)
Mejor
es
la
sabiduría
que
los
armamentos,
y
un
solo
pecador
puede
perder
mucho
bien.
Capítulo 10
(1)
Moscas
muertas
arruinan
el
aroma
del
aceite
del
perfumista;
un
poco
de
necedad
es
mayor
que
la
sabiduría
y
el
honor.
(2)
El
corazón
del
sabio
está
a
su
derecha,
y
el
corazón
del
necio
está
a
su
izquierda.
(3)
Y
aun
en
el
camino,
cuando
el
necio
camina,
su
corazón
es
deficiente,
y
les
dice
a
todos
que
es
necio.
(4)
Si
el
espíritu
del
gobernante
se
levanta
contra
ti,
no
dejes
tu
lugar,
porque
esto
cura
y
libera
de
grandes
pecados.
(5)
Hay
un
mal
que
he
visto
debajo
del
sol,
como
un
error
que
procede
del
gobernante:
(6)
La
necedad
está
colocada
en
altos
lugares,
y
los
ricos
están
sentados
en
lugares
bajos.
(7)
He
visto
esclavos
a
caballo,
y
ministros
caminando
como
esclavos
sobre
la
tierra.
(8)
El
que
cava
una
fosa
caerá
en
ella;
y
el
que
irrumpe
una
cerca,
le
morderá
una
serpiente.
(9)
El
que
transporta
piedras
se
afligirá
por
ellas;
el
que
hacha
leña
se
pondrá
en
peligro
con
ella.
(10)
Si
se
desafila
el
hierro
y
se
arruina
su
brillo,
debe
aumentar
el
vigor;
pero
la
sabiduría
es
provechosa
para
cualificar.
(11)
Si
la
serpiente
muerde
antes
de
haber
sido
encantada,
no
hay
provecho
para
el
que
tiene
lengua.
(12)
Las
palabras
de
la
boca
del
sabio
son
gracia,
mas
los
labios
del
necio
lo
devorarán.
(13)
Al
principio
de
las
palabras
de
su
boca
es
necedad,
y
al
final
de
su
boca
es
mala
perversión.
(14)
Y
el
necio
multiplicará
palabras;
no
sabe
el
hombre
lo
que
será,
y
lo
que
será
después
de
él,
¿quién
se
lo
dirá?
(15)
El
trabajo
de
los
necios
los
fatiga,
porque
no
saben
ir
a
la
ciudad.
(16)
¡Ay
de
ti,
oh
tierra,
cuando
tu
rey
es
joven
y
tus
ministros
comen
por
la
mañana!
(17)
Bienaventurada
tú,
oh
tierra,
cuando
tu
rey
es
un
gran
sabio
y
tus
príncipes
comen
a
su
tiempo,
para
fortalecerse
y
no
para
embriagarse.
(18)
Por
la
pereza
se
cae
el
techo,
y
por
la
debilidad
de
las
manos
se
filtra
la
casa.
(19)
Para
reírse
se
hacen
banquetes
y
el
vino
alegra
la
vida;
y
el
dinero
lo
resuelve
todo.
(20)
Aun
en
tu
pensamiento,
no
maldigas
al
rey;
y
en
tus
habitaciones,
no
maldigas
al
rico;
porque
las
aves
del
cielo
llevarán
la
voz,
y
el
que
tiene
alas
hará
saber
la
cuestión.
Capítulo 11
(1)
Echa
tu
pan
sobre
las
aguas,
porque
después
de
muchos
días
lo
hallarás.
(2)
Da
parte
a
siete,
y
también
a
ocho,
porque
no
sabes
qué
mal
habrá
sobre
la
tierra.
(3)
Si
las
nubes
están
llenas
de
agua,
sobre
la
tierra
derramarán;
y
si
cae
el
árbol
hacia
el
sur,
o
si
cae
hacia
el
norte,
en
el
lugar
donde
caiga,
allí
quedará.
(4)
El
que
observa
el
viento
no
sembrará,
y
el
que
mira
las
nubes
no
cosechará.
(5)
Así
como
no
sabes
cuál
es
el
camino
del
viento,
ni
cómo
se
forman
los
huesos
en
el
vientre
de
la
mujer
encinta,
así
tampoco
conoces
la
obra
de
Dios,
el
cual
hace
todas
las
cosas.
(6)
Por
la
mañana
siembra
tu
semilla,
y
a
la
tarde
no
dejes
reposar
tu
mano,
porque
no
sabes
cuál
será
próspero,
si
esto
o
aquello,
o
si
ambos
serán
igualmente
buenos.
(7)
Dulce
es
la
luz,
y
bueno
es
para
los
ojos
ver
el
sol.
(8)
Porque
si
el
hombre
vive
muchos
años,
en
todos
ellos
se
alegrará,
y
recordará
los
días
de
oscuridad,
porque
serán
muchos;
todo
lo
que
viene
es
vanidad.
(9)
Alégrate,
oh
joven,
en
tu
juventud,
y
tome
placer
tu
corazón
en
los
días
de
tu
juventud;
y
anda
en
los
caminos
de
tu
corazón
y
en
la
vista
de
tus
ojos;
pero
sabe
que
sobre
todas
estas
cosas
te
juzgará
Dios.
(10)
Y
quita
el
enojo
de
tu
corazón
y
deshazte
del
mal
de
tu
carne,
porque
la
niñez
y
la
juventud
son
vanidad.
Capítulo 12
(1)
Y
recuerda
a
tu
Creador
en
los
días
de
tu
juventud,
antes
que
lleguen
los
días
malos
y
lleguen
los
años
en
que
dirás:
“No
los
deseo”.
(2)
Antes
de
que
se
oscurezca
el
sol,
la
luz,
la
luna
y
las
estrellas,
y
vuelvan
las
nubes
después
de
la
lluvia.
(3)
En
el
día
en
que
temblarán
los
guardias
de
la
casa,
y
se
deformen
los
hombres
fuertes,
y
se
desgastarán
las
muelas
porque
han
disminuido,
y
se
oscurecerán
las
órbitas
oculares
que
miraban.
(4)
Y
se
cerrarán
las
puertas
en
el
mercado,
y
se
oirá
el
sonido
de
la
muela;
y
se
levantará
el
canto
del
ave,
y
todas
las
hijas
del
canto
serán
humilladas.
(5)
También
de
lo
alto
se
verán
cosas,
y
habrá
temor
en
el
camino,
y
el
almendro
florecerá,
y
el
saltamontes
será
una
carga,
y
la
pasión
se
romperá;
porque
el
hombre
va
a
su
casa
eterna,
y
en
el
mercado
darán
vueltas
de
los
que
hacen
luto.
(6)
Antes
que
se
rompa
el
cordón
de
plata
y
se
quiebre
el
vaso
de
oro
y
se
rompa
la
jarra
junto
a
la
fuente
y
se
quiebre
la
rueda
en
el
pozo.
(7)
Y
el
polvo
vuelva
a
la
tierra,
como
era,
y
el
espíritu
vuelva
a
Dios
que
lo
dio.
(8)
Vanidad
de
vanidades,
dijo
el
Kohélet,
todo
es
vanidad.
(9)
Y
además
de
ser
sabio,
Kohélet
también
enseñó
conocimiento
al
pueblo;
hizo
oir,
investigó,
y
estableció
muchos
proverbios.
(10)
Kohélet
procuró
hallar
palabras
agradables
y
escribir
la
rectitud
de
las
palabras
de
la
verdad.
(11)
Las
palabras
de
los
sabios
son
como
aguijones,
y
como
clavos
hincados
son
las
de
los
maestros
de
las
asambleas,
dadas
por
un
solo
pastor.
(12)
Y
además
de
esto,
hijo
mío,
sé
que
de
hacer
muchos
libros
no
hay
fin;
y
el
mucho
estudio
es
fatiga
de
la
carne.
(13)
La
conclusión,
todo
es
escuchado,
teme
a
Dios
y
guarda
sus
mandamientos,
porque
esto
es
todo
el
hombre.
(14)
Porque
Dios
traerá
toda
obra
a
juicio,
juntamente
con
toda
cosa
oculta,
sea
buena
o
sea
mala.