Es imposible madurar, a menos que abracemos los conflictos, ascendamos por encima de nuestro ego, hagamos concesiones mutuas y sintamos amor por otros. El amor tiene que ser más importante para mí que mi propia opinión y que cualquier competencia entre nosotros. Renuncio a mi verdad, pero no exijo lo mismo de otros; sólo doy buen ejemplo. Es imposible exigir amor. Si tocamos asuntos delicados, es sólo mi oportunidad de mostrar el grado en el que estoy dispuesto a pagar por la conexión. El resultado es que siento un abrazo cálido, la sensación de dar y cercanía. Si lo hacemos, no habrá ninguna enfermedad.